lunes, 25 de marzo de 2013

Sesión 6 del 9 de marzo de 2013 del curso de macetohuertos (huertos ecológicos en macetas)

[ÍNDIDE POR MATERIAS DEL CURSO] - [ÍNDICE CRONOLÓGICO]

 Para comenzar la sesión, y aprovechando que nos encontramos inmersos en el preludio de la primavera, en el que muchos cultivos andan ya mostrado flores, hemos tratado de observar cuales de ellos pertenecen a una misma familia. Por un lado, hemos reconocido las flores de cultivos pertenecientes a la familia de las Crucíferas (o Brasicáceas). Este nombre tiene que ver con el hecho de que las flores de esta familia tienen 4 pétalos en forma de cruz.

 De izquierda a derecha, 3 especies de Crucíferas que se han
 dejado subir a flor para posteriormente obtenerles las semillas:
 rúcula o roqueta (Eruca vesicaria L.), col china (Brassica rapa L. ssp. Pekinensis)
 y brócol (Brassica oleracea italica Plenck)

Otra familia agrícola importante es la de las Leguminosas (también conocidas como Fabáceas o Papilionáceas). Sus flores cuentan con los 5 pétalos organizados de forma particular: 1 grande con forma de mariposa (estandarte), 2 laterales (alas) y 2 ventrales más o menos soldados (quilla).

 De izquierda a derecha, 2 especies de leguminosa en flor,
que darán en unas semanas sus frutos comestibles (legumbres):
 Haba (Vicia faba L.) y guisante comelotodo o tirabeque (Pisum sativum L. ssp. Arvense)

Finalmente, hemos observado otra familia, la de las Umbelíferas que, como ahora mismo no las tenemos en flor, las hemos identificado por la forma de sus hojas. Estas son bipinnadas, que quiere decir que están doblemente ramificadas.

 De izquierda a derecha, hojas bipinnadas de 3 especies de umbelíferas:
perejil (Petroselinum crispum Mill), apio (Apium graveolens L.)
y zanahoria (Daucus carota L.)

La mañana ha continuado con un trasplante de cebollas. El almácigo (semillero) se hizo sobre finales del mes de noviembre, hace aproximadamente 4 meses. Las sembramos sin tener claro a que macetas las íbamos a destinar. Ahora resulta que están el momento óptimo para el trasplante pero no tenemos macetas definitivas donde trasplantarlas, porque la huerta está en plena producción y no hay a penas hueco. Por ello hemos decidido trasplantarlas a macetas intermedias de unos 10 cm de diámetro. De esta forma, cuando las macetas grandes se queden vacías dentro de uno o dos meses, las trasplantaremos junto con los cultivos de verano (tomate, pimiento y berenjena).

Para el trasplante, lo primero que hemos hecho es deshacer con un suave zarandeo los cepellones de los almácigos, hasta separar cada una de las plantas. Posteriormente, hemos hecho pequeños manojos de 20 o 25 unidades, igualándolas a la altura de la base (punto de unión de raíces y parte aérea) para, así, cortar las raíces a una longitud algo inferior a la altura de las macetas de destino, es decir, entre 5 y 6 cm. Al hacer esto, es también recomendable cortar una parte de las hojas, de forma que establezcamos un equilibrio entre raíces y parte aérea.





 
A continuación, hemos llenado unas macetas de 10 cm de diámetro y unos 7 u 8 cm de profundidad con una mezcla al 50% de sustrato de una maceta ya cosechada y compost de nuestro macetohuerto. Esta mezcla la hemos colocado asentándola bien, pero sin compactar. Con el dedo índice hemos abierto cuatro agujeros equidistantes y en cada uno de ellos hemos introducido las raíces de una de nuestras cebollas hasta que la base ha quedado a una profundidad de 1 cm aproximadamente. Cuando las raíces estaban muy abiertas, nos hemos ayudado de unos palillos chinos para que entrasen en su posición correcta, ya que si estas quedasen reviradas (mirando hacia arriba) las cebollas no crecerían bien.


 
Al final hemos sacado un importante número de macetas, que en el futuro, una vez trasplantadas a su lugares definitivos, nos permitirá tener una gran cantidad de cebolleta para los refrescantes aliños estivales.



Por otro lado, no nos viene mal esta situación de tantas pequeñas macetas de cebolla ya que el año pasado hemos tenido algunos problemas de nemátodos (pequeños gusano no visibles a simple vista) que han parasitado las raíces de tomates y berenjenas, habiéndolas desformado y, por tanto, dificultando el crecimiento de las plantas. Este año esperamos controlarlos gracias a la asociación con las cebollas, ya que estas tienen efectos alelopáticos vermífugos, es decir, que exudan por sus raíces sustancias que auyentan o eliminan los nemátodos.

 
  Raíces de tomate atacadas de nematodos. El caso de esta foto es extremo, 
habiendo sido  lo normal ataques mucho más moderados. 
Pueden observarse los muñones que se forman cuando estos se introducen en las raíces.

No debemos confundir los ataques de nemátodos con los nódulos producidos por la asociación del genero de bacterias Rhizobium con las plantas de la familia de las Leguminosas, la cual vimos al principio de este artículo, y que son del todo deseables, ya que estas bacterias fijan nitrógeno atmosférico que luego usan las leguminosas para su crecimiento. A cambio, estas plantas aportan azúcar a las bacterias.

Nódulos de Rizobium en raíces de leguminosas. 
No recuerdo de que especie se trataba. Quizás guisante o trébol blanco. 
No se observa bien en la foto, porque está un tanto sobre expuesta a la luz
pero estos nódulos tienen una tonalidad rosácea.

Otro trasplante que hemos realizado es el de tres macetas intermedias con berros de agua a una jardinera de terracota a de la que hemos cosechado unos rabanitos. Las matas estaban estresadas, por tener ya demasiado desarrollo, con los cepellones extremadamente poblados, así como por el frío de los últimos días, que no perece haberles sentado bien, ya que han tornado parte de las hojas a un color rojizo. Con el trasplante y la pronta llegada de la primavera, esperamos que adquieran un nuevo desarrollo.


 
A continuación nos hemos metido de lleno en el mundo de las semillas, que no tocábamos desde la 1ªsesión, en la que procesamos unas berenjenas para sacarle la simiente.

En esta ocasión hemos procedido a realizar la extracción en seco de semillas de orégano canario y equinácea. En ambos casos hemos partido de material que se cosechó en octubre y que estaba esperando la ocasión para meterle mano. Lo primero que hemos realizado es el trillado. En el caso del orégano hemos frotado el material recolectado entre las palmas de las manos, hasta que las semillas se han soltado. Para la equinácea, hemos soltado las semillas presionando con los dedos.

 
Las semillas del orégano canario las hemos separado del material sobrante (restos de la floración y tallos), tanto por aventado con un abanico, como cribado con un colador de cocina con un paso de ½ mm, ya que las semillas tienen un tamaño menor a este. Hemos conseguido que queden muy limpias.


 
 
Por su parte la equinacea nos se ha separado bien por este procedimiento, lo que nos va ha obligar a separarlas una a una con la ayuda del dedo, o bien almacenarlas con los restos de las flores.

Una vez separadas las semillas hemos visto como se realiza la conservación de las mismas. En un macetohuerto el espacio es muy limitado y el objetivo fundamental debe ser producir comida. Por eso, dedicarse a producir semillas es un inconveniente, y debe meditarse muy bien como hacerlo, ya que las macetas pueden estar mucho tiempo ocupadas con la floración y la posterior producción de semillas. Hay cultivos que no son problemáticos en este sentido, como el tomate, el pimiento o el melón, pues las semillas se obtienen de los mismos frutos que nos comemos. Pero existen otros cultivos que se deben prolongar más allá del punto óptimo de consumo para que produzcan semillas. Es el caso, por ejemplo, de la lechuga, que en buenas condiciones de temperatura las tendremos para comer en 2 o 3 meses, pero que si dejamos que den flor y luego semillas nos pueden ocupar la maceta entre 5 y 7 meses. O sea que, nos obliga a perder entre 3 y 5 meses de espacio para producir otro cultivo. Por tanto, es muy importante que las semillas que obtengamos las conservemos en las mejores condiciones y, así, nos duren muchos años. De esta forma, una variedad de lechuga cuyas semillas, en condiciones ambientales normales, pueden durar unos 4 años, bien conservadas podrían durar alrededor de una década.

Son dos las condiciones de conservación fundamentales para las semillas y consisten en mantener bajas, tanto su temperatura, como su la humedad. Para ello yo conservo las semillas en la nevera de mi cocina, a una temperatura comprendida entre los 5 y 7 ºC. Para mantener la humedad lo más reducida posible, las semillas las conservo en frascos herméticos con un producto que la absorbe.


Básicamente son tres los materiales que podemos utilizar para extraer la humedad de las semillas:
  • Ceniza o tiza: Son materiales fáciles de conseguir y baratos, o incluso gratuito en el caso de la ceniza. El inconveniente es que no sabemos cuando ha perdido la capacidad de absorber humedad por estar muy cargada de esta. Ello nos obliga a reponerlos cada cierto tiempo, sobre todo al principio, pues la semilla todavía puede estar en fase de deshidratación. Es conveniente hornear estos materiales previamente por encima de 100 ºC durante, al menos, una hora y almacenarlos en un frasco hermético. Así nos aseguramos que cuando los utilicemos estén suficientemente secos.
  • Gel de sílice: Es un material de origen químico, que se adquiere en tiendas de laboratorio. Yo es el que utilizo, pues para mi priman las condiciones adecuadas de conservación de mis variedades tradicionales de semilla, al origen químico de este material. Al conservar solo pequeñas cantidades, la posibilidad de perdida de una variedad es tan fuerte, que personalmente pienso que el riesgo es asumible. Además, ¿no es esta sustancia la que ponen dentro de los botes de medicina, e incluso en algunos alimentos, para que se mantengan sin demasiada humedad?. Este material, cuando está seco es de color azul, tornado a rosa al humedecerse. Gracias a esta propiedad, se si ha absorbido demasiada humedad y lo debo cambiar. El gel retirado lo almaceno hasta que tengo una cantidad suficiente como para subir a la azotea y darle un calentón en una olla que tengo reservada al efecto y, así, volver a ponerlo azul. Lo hago en la azotea porque al ser un producto químico no quiero que deje efluvios dentro de la casa. Existe otro gel de sílice de color verde que torna a naranja cuando está húmedo y que tiene menos inconvenientes de toxicidad. En un futuro próximo, lo sustituiré.

Tiza, ceniza y gel de sílice, este últimos tanto seco (azul) como húmedo (rosa).
 
Por lo general, al ser los macetohuertos espacios pequeños, tanto las necesidades de semillas como la capacidad de producción de las mismas es reducida. Debido a ello, he diseñado una forma de almacenamiento que se adapta a esta circunstancia. Como recipiente para las semillas utilizo tubos de ensayo con tapón de plástico, que introduzco en un frasco de vidrio con cierre hermético que lleva gel de sílice en el fondo. A los tubos de ensayo les anoto con un rotulador indeleble el nombre de la variedad y en año de cosecha. No están del todo cerrados, es decir, que dejo los tapones flojos y sin apretar. Así, dentro del frasco de vidrio hay intercambio de aire entre el interior de este y el interior de los tubos de ensayo, por lo que el gel de sílice puede absorber la humedad sobrante de las semillas. Al frasco de vidrio le adhiero una etiqueta de polipropileno blanco, que reutilizo de otros usos y me permite anotar las variedades que tengo dentro, con lo cual me resulta mas fácil localizarlas. En estos momentos cuento con unos 7 frascos con 10 tubos de ensayo cada uno, lo que suponen 70 variedades conservadas en un espacio muy reducido. 

Este frasco que ahora tiene solo 6 tubos de ensayo, tiene capacidad para 10.
 
Para semillas de mayor tamaño como, por ejemplo, melón, calabaza, calabacín, guisantes, judías o habas, utilizo un pequeño frasco de vidrio para cada una de las variedades. Aquí el gel de sílice lo introduzco en una pequeño hatillo que fabrico con una gasa y cierro con hilo de coser o alambre plastificado. Finalmente anoto el nombre de la variedad y el año de la cosecha en la etiqueta de polipropileno que le adhiero.

Frasco de vidrio con semillas de melón. Tiene tizas y un hatillo de gel de sílice. 
En realidad no simultaneo estos materiales, estando juntos solo para la foto.

Cuando conservamos semillas por largos periodos, aumentamos el riesgo de perdida inesperada de la viabilidad de las variedades, lo cual podría suponer la perdida de alguna que se haya vuelto especialmente interesante o importante para nosotros. Una variedad de lechuga, como se comentó anteriormente, en un ambiente doméstico normal, puede durar 3 o 4 años. Si la conservamos en la nevera podemos prolongar su viabilidad alrededor de una década. El puerro y la cebolla, por su parte, aguantan incluso menos, no superando habitualmente los dos años, pudiendo alcanzar en buenas condiciones de nevera hasta 4 o 5. En estos casos, guardo una reducida cantidad en el congelador y, así, evitarme posibles sorpresas. Para ello, utilizo tubos de ensayo de vidrio con cierre hermético. En el fondo le coloco en gel de sílice, seguido de un pequeño filtro de algodón, que utilizo para separar el gel de las semillas, que finalmente coloco en la parte superior. A continuación, cierro completamente con el tapón, anotándole la variedad y el año de la cosecha. El vial lo guardo durante uno o dos meses en la nevera hasta asegurarme que se ha extraído la humedad sobrante de las semillas, tras lo cual las guardo en el congelador dentro de un papel de plata. No conviene guardarlas directamente en el congelador, porque si tienen demasiada humedad esta podría cristalizarse dentro de la semillas y matarlas.


Para finalizar el apartado correspondiente a la conservación de semillas, hemos puesto en marcha varios test de germinación de algunas de las de nuestro pequeño-gran banco, con lo que podremos dar respuesta a las dudas que tenemos con respecto a su viabilidad. Para ello hemos utilizamos un plato de postre, al cual le hemos colocamos un papel de filtro (también puede utilizarse de cocina) en el que previamente hemos dibujado con un lápiz, lo más suavemente posible, una cuadrícula. Yo habitualmente hago un marco de 9 x 9 cm, con una separación interior de líneas de 1 cm, con lo que puedo colocar 100 semillas (en los puntos de cruce de las líneas y no en el centro de cada cuadrado, pues solo se podrían colocar 81) y calcular el porcentaje exacto de germinación. Por cuestiones de premura de esta sesión, el marco lo hemos hecho de 10 x 10 cm, con separación de líneas de 2,5 cm, lo que nos ha permitido colocar solamente 25 semillas. Una vez dibujada la cuadrícula, hemos colocado el papel sobre el pato, humedeciéndolo ligeramente. La cantidad de agua aplicada debe ser la suficiente para que al colocar la semilla se forme un aro alrededor de ella, que posteriormente esta absorberá. Si las semillas terminan flotando y se ponen a navegar a la deriva por nuestro plato, será síntoma de que nos hemos excedido en la cantidad.

 
Cuando las semillas son grandes las podemos colocar con los dedos o utilizando una pinza. En el caso se semillas pequeñas, un pincel fino humedecido es un instrumento más adecuado, ya que las semillas se adhieren a el y posteriormente se quedan en el papel de filtro.





Finalmente solo queda pubrir los platos con “film” transparente de cocina, pero con cuidado de que no toque las semillas, pues perderían su posición y tendríamos que recolocarlas de nuevo.
  
Alguna de las asistentes me preguntó si era necesaria tanta precisión, a lo que contesté que a mi me gusta enseñarlo en el modo preciso, pero que cada cual en su casa lo hace como quiera. De hecho yo, a veces, cuando no encuentro el tiempo, simplemente las disperso cual sal gorda en un guiso, sin hacer cuadriculas ni entretenerme en la colocación. Que cada cual elija. No obstante, a otras asistentes les pareció una actividad zen la mar de entretenida.
 
La 5 variedades para las que hemos preparado test de geminación, cuyos resultados podremos ver en la próxima sesión, son las siguientes:
  • Melón Amarillo: el proceso de fermentación que se aplicó el verano pasado, para facilitar el desprendimiento de la semilla de la pulpa y su posterior extracción, se prolongó demasiado, hasta el punto empezar a oler a putrefacción, por lo que me quedan dudas de si se han estropeado.
  • Brócol Morada: el lote de semillas que coseché el verano pasado empezó a tener guanos y los metí en el congelador para matarlos. Solo debían haber estado ½ o 1 hora, pero me despisté y, cuando me di cuenta, llevaban más de un mes. Como no se les había extraído el exceso de humedad me queda la duda de que las semillas hayan muerto por cristalización de las misma.
  • Lechuga Hoja de Roble: son semillas de 2009, que ya empiezan a manifestar una fuerte perdida de viabilidad, por lo que es urgente su reproducción. El año pasado lo intenté pero la planta que dejé para semillas no prosperó. Este año lo estoy intentado de nuevo.
  • Orégano canario: las semillas son de este año, pero al ser de la familia de las labiadas, tengo la sospecha que son difíciles de germinar, por lo que estamos curioseando en este sentido.
  • Equinácea: aunque a mi no se me ha dado mal la elaboración de semilleros a partir de ellas, se de otras personas que han tenido problemas, por lo que aquí también estamos curioseando.
Para algunas variedades, darles buenas condiciones de temperatura e iluminación es importante en estos test, aunqte en estos casos no hemos puesto empeño. El melón, por ejemplo, al ser un cultivo de verano, igual le vendría mejor un poco más de temperatura.


Para finalizar, les mostré una prueba de germinación que estaba en curso, tal y como yo las hago habitualmente. Para ello utilicé la variedad de lechuga Bretona 2 que, a día de hoy, es la más versátil de las que tengo para el cultivo en macetas. La conservo de tres formas distintas, al objeto de ver como evoluciona la capacidad germinativa con el transcurso de los años:
  • En condiciones habituales de una habitación, con la fluctuación de temperatura y humedad que acompaña a las estaciones.
  • En nevera con gel de sílice
  • En congelador con gel de sílice.


Las utilizadas en este test son semillas cosechadas el año pasado, de un lote conservado en condiciones normales en una habitación. De las 100 semillas habían germinado 98, lo que supone una germinación del 98%, lo cual es un estado de viabilidad excelente.

 
Aunque no dio tiempo, como me gusta dejar constancia de otras cosas que suceden y que no podemos ver en las sesiones, os muestro como me las he apañado para fabricar un invernáculo para los semilleros de pimiento, tomate y berenjena que actualmente están en marcha. Para ello he utilizado distintos elementos de mi macetohuerto, que están resultando ser muy versátiles, ya que cada uno de ellos tiene, ademas de este, otros usos. En concreto, son necesarios: 2 cajas de verduras de plástico, l3 istones de madera, una lámina agrícola de 2 x 1,5, cuerda, piedras del campo que tengo para adornar y adoquines de acerado que uso habitualmente como peso o soporte.

Sujeto dos listones gruesos de madera a las cajas de verdura con cuerda de rafia. Un tercer listón, más fino, lo coloco trasversalmente para que posteriormente sujete mejor la lámina plástica. Un lado de esta la coloco por detrás, bajo las cajas de verduras, en las que pongo las piedras para hacer peso y mejorar la sujeción. Ya solo queda pasar el plástico por encima y sujetarlo por delante con los adoquines. El sistema me está funcionando muy bien, siendo fácil de abrir y cerrar, al tiempo que resiste los embates del viento. De hecho, este fin de semana ha habido tormenta acompañada de mucho viento, habiendo resistido perfectamente. Si acaso, se ha hecho un pequeño embolsamiento, que he eliminado haciendo una incisión en el plástico con un punzón.


Este invernáculo lo coloco al sur de mi azotea, justo bajo en tendedero, en una zona con cierta inclinación que evita que se acumule el agua debajo. Recibe sol durante prácticamente todo el día.

 
En este invernáculo he colocado los semilleros que puse en marcha hace 3 semanas y que pueden verse en el resumen de la sesión 5. Llevan buen ritmo y espero estén listos para su trasplante a finales de abril.


Una cosa que se me olvidó comentar, o más bien mostrar, fue la germinación de las semillas de lentejas que se ha producido en el experimento de esquejado de zarzas sin espinas que pusimos en marcha en la sesión 5. Es curioso ver como han atravesado toda la maceta, pues las semillas terminaron en la base de la misma. Poco más de momento.



Al final de la sesión, me preguntaron como hacia para planificar mis calendarios del macetohuerto, a lo que respondí mostrándoles la plantilla donde voy haciendo mis anotaciones. Apunto primero el cultivo, la variedad y el volumen de la maceta que pongo en marcha. En la columna correspondiente la mes en curso voy anotando, junto a las fechas, las siguientes siglas:
  • SD: siembra directa.
  • SS: siembra en semillero.
  • RP: repicado.
  • CC: clareo
  • T: trasplante.
  • IC: inicio del periodo de cosecha.
  • FC: final del periodo de cosecha.
  • C: cosechas intermedias.
  • CS: cosecha de semillas.
  • RC: retirada del cultivo.
  • DC: desmantelamiento del cepellón.
Con la información, que voy acumulando con el tiempo, consigo ir perfilando mis calendarios futuros. El calendario de esta temporada lo podéis ver en la sesión 2.

Se puede ver como el primer mes es agosto. Esto se debe  a que el año agrícola generalmente comienza en septiembre y como hago semilleros un mes antes, pues agosto es el primero. Para la próxima campaña pretendo hacer los primeros semilleros (acelga, col y coliflor) a finales de julio, así que la próxima plantilla de control empezará en ese mes.


Al final de la sesión, Eugenio, el hijo acompañante de una de las participantes, me obsequió con el este dibujo. No se si me ve como un comunicador o como un charlatán. Eso si, con bigote me vio. ¿Estaba yo afeitado?. Igual da. El caso es que nos caímos muy bien los dos.

Me ha resultado de especial agrado ver como ha captado las diferencias entre las flores de las habas y la de los guisantes tirabeque, que se asemejan bastante en cuanto a la coloración real de estos. Entenderéis lo que digo si comparais el dibujo con la segunda foto de este artículo.

También ha captado bien la diferencia de familias botánicas, colocando las leguminosas arriba y las umbelíferas abajo. ¡Que tío!




Pablo José González Provost
elmacetohuerto@gmail.com

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