Uno de los primeros cultivos que pongo en marcha, tras la temporada de verano de mi macetohuerto, son las lechugas, cuyos semilleros siembro sobre mediados de agosto, tras llegar del periplo estival que suele llevarme por tierras lejanas. Como sustrato suelo utilizar el de macetas a las que ya he retirado el cultivo y que normalmente aboné con algún estiércol en los meses de primavera (de mediados de abril a mediados de junio) para cultivar tomates, berenjenas, patatas, etc.
Este año, me ha surgido la curiosidad de ver si es recomendable aportar una nueva fertilización con el trasplante de los semilleros, o si bien es suficiente con los restos que quedan en el sustrato tras los cultivos de verano. Para ello me planteé una pequeña investigación, que es la que reflejo en este artículo, el cual he dividido en 4 partes:
- Planteamiento del experimento.
- Hechos visuales.
- Evaluación analítica y conclusiones.
- Recomendaciones.
1. PLANTEAMIENTO DEL EXPERIMENTO
Por un lado, he cogido el sustrato de las macetas en las que he estado cultivando tomates este verano (5 macetas de 41 l cada una), las cuales fueron abonadas la primavera pasada con estiércol de oveja. Los he ligado muy bien y he realizado 3 montones. Uno lo he dejado tal cual (patrón, sin abonar). El segundo lo ligué con un 10% de humus de lombriz y, el tercero lo mezclé con un 10% de estiércol de oveja.
Por otro lado, elegí tres de mis variedades tradicionales de lechuga, obtenidas en su momento de la Red de Resiembra e Intercambio (RdR) del la Red Andaluza de Semillas y algún agricultor ecológico amigo. En concreto, utilicé las siguientes variedades: Trucha (procedente originalmente de Austria), Bretona (traida de tierras francesas por mi amiga Cècile, que pasó una temporada por Andalucía y de la cual guardo un grato recuerdo) y Hoja de Roble (de origen incierto).
En macetas de 19 l trasplanté las 3 variedades para cada tipo de abonado, quedándome en total 9 macetas con la siguiente disposición (en el mismo orden en el observarán en las fotos de este artículo):
- Trucha (humus de lombriz) - Bretona (humus de lombriz) - Hoja de Roble (humus de lombriz)
- Trucha (estiércol de oveja) - Bretona (estiércol de oveja) - Hoja de Roble (estiércol de oveja)
- Trucha (patrón, sin abono) - Bretona (patrón, sin abono) - Hoja de Roble (patrón, sin abono)
2. HECHOS VISUALES
Contra todo pronóstico, puede observarse como a los 32 días las lechugas que muestran un mayor desarrollo, y con diferencia, son las tres variedades ubicadas en las macetas con sustrato sin abonar (con los restos de abono que le quedan de los cultivos de verano). Parece que los aportes suplementarios de humus de lombriz y estiércol de oveja han supuesto algún efecto depresor sobre el crecimiento de las plantas. ¿Es posible que tengan algo en su composición que impida que las lechugas crezcan normalmente?. ¡Ummmmm!.
Lechugas a los 32 días.
A los 57 días, con las plantas ya muy desarrollada, aunque aún con capacidad de desarrollarse más, la tendencia sigue siendo la misma. Las variedades cultivadas en el sustrato patrón siguen siendo las más desarrolladas. ¡Ummmmm!. ¡Otra vez!.
Lechugas a los 57 días.
A partir de aquí, los acontecimientos empiezan a precipitarse. Las tres lechugas de la variedad Trucha inician la subida a flor antes de finalizar su acogollamiento. Además, se observan problemas de quemado de las puntas de las hojas, lo que se debe a una carencia de calcio, posiblemente acentuadas por un riego irregular y los últimos calores estivales (conocido por aquí como "Veranillo del Membrillo" o "Veranillo de San Martín"). Todo esto evidencia que esta variedad no es adecuada para ser cultivada a finales del estío, lo que no quita que vaya bien durante el otoño/invierno, algo que estoy tratando de verificar actualmente (diciembre). Así que a los 61 días decido cosechar las tres y, efectivamente, la cultivada en el sustrato patrón sin abonar es la que más pesa (273 g), seguida de la cultivada en humus de lombriz (189 g) y finalmente la que tenía estiércol de oveja (154 g).
Lechugas iniciando la subida a flor (la foto corresponde a otras macetas cultivadas simultáneamente).
El quemado de las puntas es un síntoma de la carencia de calcio, lo cual se acentua por la temperatura y la irregularidad del riego, además de depender de que las variedades sean más o menos sensibles, como en este caso.
Lechugas a los 65 días.
Las otras dos variedades no presentaron en ningún momento de su desarrollo quemado en las puntas de las hojas, ni una subida prematura, lo cual las hace adecuadas para las primeras siembras tras el verano. En el caso de la Hoja de Roble, esta acaba su desarrollo unos 73 días después de la siembra, momento en el que las cosecho (no cuento con evidencia fotográfica de este momento). En este caso, la lechuga que más pesa es la cultivada en el sustrato con humus de lombriz (377 g), siguiéndole el patrón sin abonar (311 g) y, finalmente, el abonado con estiércol de oveja (294 g). Parece que el humus de lombriz a partir de determinado momento a empezado a afectar positivamente en el crecimiento de las plantas. En el caso del estiércol de oveja, parece que también empieza ha haber cierta influencia favorable.
Finalmente, como no me daba pie a comerme tanta lechuga (además de la del experimento, había otras sembradas en una jardinera), la cosecha de la variedad Bretona se me demoró. Las hojas basales empezaron a degenerar, siendo sustituidas por hojas nuevas en el cogollo, el cual se fue apretando, lo que mostró que es una variedad muy buena para soportarla en la maceta por un periodo prolongado sin que se suba. Y eso que es una variedad de la Bretaña francesa. Quien me iba a decir a mi que una variedad tan norteña se iba a adaptar tan bien al clima sevillano. ¡Gracias Cècile!. En esta ocasión, tras la cosecha a los 85 días, el ejemplar de mayor tamaño fue el procedente de la maceta con humus de lombriz (485 g), seguida de la cultivada con estiércol de oveja (439 g), quedando por primera vez atrás la obtenida en el patrón sin abonar (411 g).
Lechugas a los 85 días
A continuación, se muestra la tabla resumen con los pesos de las lechugas cosechadas, con indicación de los días de cultivo y los rendimientos medios en función tanto de las variedades, como de los abonados:
Días hasta la cosecha | 61 | 73 | 85 | 73 |
Peso (g) | Trucha | Hoja de Roble | Bretona | Media abonados |
Humus de lombriz | 189 | 377 | 485 | 350 |
Estiércol de oveja | 154 | 294 | 439 | 296 |
Patrón, sin abono | 273 | 311 | 411 | 332 |
Media variedades | 205 | 327 | 445 |
En el cómputo global, y dada las las diferencias en los días de cosecha, las lechugas Bretonas mostraron un peso medio mayor (445 g), seguidas de las Hojas de Roble (327 g) y, finalmente, las Truchas (205 g)
En lo referente al rendimiento global por tipo de fertilización, no parece haber diferencia relevantes, lo que se debe en parte al escalonamiento de las cosechas. Aquí las producidas con humus de lombriz muestran el mayor peso medio (350 g), seguidas del patrón sin abonar (332 g) y el estiércol de oveja (296 g).
La diferencia de rendimiento medio entre el patrón sin abonar y el abonado con humus de lombriz es de 18 g. Para conseguir esta ridícula diferenca he utilizado 1,9 l de humus de lombriz, el cual he comprado, costándome 1,95 €. Por tanto, no parece que merezca la pena aportar humus de lombriz para cultivar lechugas tras mis cultivos de verano. Con los restos de la fertilización del verano parece, a priori, ser suficiente. En el caso del estiércol de oveja, el rendimiento medio a sido menor que con el patrón sin abonar, por lo que, de momento, no hacen falta más comentarios.
La diferencia de rendimiento medio entre el patrón sin abonar y el abonado con humus de lombriz es de 18 g. Para conseguir esta ridícula diferenca he utilizado 1,9 l de humus de lombriz, el cual he comprado, costándome 1,95 €. Por tanto, no parece que merezca la pena aportar humus de lombriz para cultivar lechugas tras mis cultivos de verano. Con los restos de la fertilización del verano parece, a priori, ser suficiente. En el caso del estiércol de oveja, el rendimiento medio a sido menor que con el patrón sin abonar, por lo que, de momento, no hacen falta más comentarios.
¿Por qué?. ¿Qué ha pasado para que las lechugas cultivadas sobre el patrón sin abonar, que habían tomado la delantera tan espectacularmente, se hayan quedado atrás?. Parece obvio que es porque no han tenido un abono suplementario. ¿Pero por qué empezaron tan bien?, o dicho de otro modo, ¿Por qué las otras empezaron tan mal?. ¡Ummmmm!.
3. EVALUACIÓN ANALÍTICA Y CONCLUSIONES
Sin duda, por ser especialmente técnica esta parte, va a ser la que más me cueste explicar, lo cual no deja de ser un reto, y eso me gusta.
Partamos de dos aspectos a tener en cuenta:
- Primero - Aunque abonemos las plantas con materia orgánica (estiércoles animales, humus de lombriz, compost, etc.), estas no pueden alimentarse directamente de ella. Esta materia orgánica ha de descomponerse previamente por la acción de los microorganismos del suelo (en nuestro caso sustrato) y transformarse, entre otros, en sales minerales que las plantas si pueden absorber por las raíces y utilizar en su alimentación.
- Segundo - Las lechugas son plantas muy sensibles a la salinidad, es decir, que si en el suelo hay un alto contenido en sales, ya sea sal marina (cloruro sódico, que o es nuestro caso) o sales minerales nutritivas para las plantas (que si es nuestro caso en este estudio), no pueden absorber fácilmente nutrientes por las raíces. A mayor salinidad, más les cuesta absorber estas sales nutritivas.
Partiendo de estas premisas, se ha realizado un seguimiento de la salinidad de las distintas macetas a lo largo del cultivo. En realidad, solo se hizo el seguimiento hasta la primera cosecha, la de las lechugas Truchas, aunque hubiese sido interesante llegar hasta el final. Los controles se realizaron en cuatro fechas bien espaciadas, midiéndose la salinidad mediante un conductímetro especial para mediciones en sustratos, el cual se calibró antes de cada sesión. A mayor conductividad eléctrica, mayor salinidad (Para saber más, pincha en este artículo de Homo Agrícola). Los resultados se obtenían en dS/m (una unidad de medida, la cual no pretendemos entender aquí). En cada fecha se hacían 3 medidas de cada maceta, realizándose la media para para cada tipo de abonado.
Conductímetro HANNA HI-9833.
Los resultados de las mediciones son los reflejados en la siguiente gráfica:
Puede observarse como al principio, en las dos primera mediciones, la conductividad eléctrica (salinidad) del sustrato con humus de lombriz y estiércol de oveja eran muy elevadas, por encima de 0,8 dS/m, siendo mayor en el segundo caso, que llegó a alcanzar los 1,32 dS/m para el abonado con estiércol de oveja. La salinidad del patrón sin abono se mantuvo por debajo de 0,6 dS/m.
Sin embardo, en las 2 siguientes mediciones, todas las salinidades cayeron sensiblemente, situándose por debajo de 0,4 dS/m, salvo en el caso del estiércol de oveja que alcanzo 0,51 dS/m.
¿Qué paso?, ¿Por que esta salinidad cayó a partir del 29/09/12?. Básicamente porque hubo un episodio de precipitaciones alrededor del 27 de septiembre en el que cayeron 46,4 mm de lluvia. Esto supuso el lavado del exceso de sales del sustrato y facilitó que las lechugas absorbiesen nutrientes por las raíces con mayor facilidad.
Los datos meteorológicos proceden de una web de estaciones meteorológicas caseras, muy útil para aquellos que vivimos en zonas urbanas españolas, pues es muy fácil encontrar estaciones cercanas. Os recomiendo una visita. http://www.meteoclimatic.com/
Sobre la tolerancia a la salinidad de los distintos cultivos, me baso en: Water quality for agriculture, FAO, 1985. En el caso de la lechuga se establecen las siguientes relaciones de reducción de cosecha:
1,3 dS/m - 0%
2,1 dS/m - 10%
3,2 dS/m - 25%
5,1 dS/m - 50%
9,0 dS/m - 100%
Como estos datos se han obtenido sobre muestras saturadas con agua destilada, no habiéndose medido directamente en macetas, me he visto obligado a realizar una correlación. Para ello a las tres mezclas iniciales (patrón, sin abonar, 10% de humus de lombriz y 10% de estiércol de oveja) les realice un análisis en sustrato saturado con agua destilada.
Medida sobre sustrato saturado con agua destilada (Corresponde a otro experimento, pero es el mismo procedimiento)
En el siguiente gráfico se puede observar la correlación entre la conductividad eléctrica medida directamente en las macetas y la medida en los sustratos saturados. Si comparamos con los datos de la FAO, podemos observar como en el caso del humus de lombriz, debía haber una merma de rendimiento en torno al 10% y como para el estiércol de oveja, esta debía ser de alrededor del 25%. Para el patrón, sin abonar, no debía haber mermas. Tras el episodio de lluvia del 27 de septiembre, la salinidad se situó por debajo de límites que no afectan al rendimiento y desde entonces la plantas empezaron a crecer con normalidad, aprovechando adecuadamente los abonos aportados.
En un futuro, podría ser interesante realizar este mismo experimento, pero dando un riego de lavado al principio de al menos 45 mm. Intuyo que el abonado con humus de lombriz tomaría la delantera desde el principio. Pero tengo tantas cosas que me apetece investigar...
4. RECOMENDACIONES
- Es muy recomendable vigilar la salinidad en aquellos cultivos que son muy sensibles a esta, como, por ejemplo (por orden de mayor sensibilidad): judía, zanahoria, cebolla, rábano, lechuga, pimiento, batata, col y apio.
- Si no prevemos un episodio de lluvias que nos lave el sustrato, es recomendable dar un riego de al menos 45 mm para eliminar el exceso de sales.
- El líquido de drenaje resultante de los lavados, si tenemos como recuperarlo, y si estamos seguros que no tiene salinidad "marina" (coruro sódico), puede utilizarse para regar plantas resistentes, como, por ejemplo (por orden de mayor tolerancia): calabacín, remolacha, calabaza, brocol, tomate, pepino. También lo podemos utilizar para regar el montón de compost.
Pablo José González Provost
agrojardineriaecologica@gmail.com
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