Hoy,
en nuestra penúltima sesión de este curso anual de macetohuertos,
hemos comenzado retomando las actividades de conservación de
semillas, en concreto con pimiento, tomate y col china.
En
un macetohuerto es difícil contar con un gran número de especies de
una variedad sobre las que poder seleccionar, pero a veces sucede. En
mi caso, cuento con 6 matas de pimiento de la variedad Gregoriano, de
las que 1 está siendo especialmente productiva. Mientras las otras 5
no están floreciendo en agosto por el calor y ambiente seco, esta si
lo hace, estando además muy cargada de hermosos y carnosos
pimientos.
Así
que he decidido conservar la semilla de unos 5 o 6 pimientos. Una
parte mínima será para el año que viene y el resto lo mandaré a
la Red de Resiembra e Intercambio de la Red Andaluza de Semillas,
para así poder conseguir semillas de otras especies y variedades que
poder probar la próxima campaña.
Algunas
personas piensan que lo pimientos verdes y rojos son variedades
distintas, pero en realidad no lo son. Un pimiento empieza siendo
verde y, al madurar, torna a colorado. Es en este momento cuando es
le pueden extraer las semillas. Solo hay que abrir el pimiento,
sacarlas y colocarlas en un plato en un lugar seco y sombreado. En
una semana la podremos guardar en un tarro hermético con una tiza
que absorba la humedad. Si queremos, el tarro puede colocarse en la
nevera, con lo que se alargará la vida de estas semillas.
Para
la extracción de semillas de tomate se utiliza el método húmedo,
que nos dejará las semillas muy limpias, sin el mucílago (gelatina)
que las rodea. Para ello, lo primero que haremos es extraer las
semillas con un cuchillo u otro instrumento y depositarlas en un
frasco. Las dejaremos fermentar a la sombra, tapadas o no, durante un
par de días.
En
la siguiente imagen se observan dos frascos. El de la izquierda sin
fermentar y el de la derecha tras 2 días de fermentación.
Tras
este periodo, las lavamos muy bien en un colador bajo un chorro de
agua. El mucilago habrá desaparecido. A veces, durante la
fermentación, se forma una lámina blanca sobre la superficie de las
semillas. Esta la podemos retirar de una pieza con cuidado y lavarla
para quitarle las semillas que lleva adheridas. Una vez limpias, se
dejan secar a la sombra durante una semana en un colador, malla
mosquitera o plato, tras lo cual la envasaremos como hicimos con los
pimientos.
Por
su parte, las semillas de la col china, al igual que sucede con el
resto de semillas de las especies de la familia de las crucíferas
(col, coliflor, lombarda, brécol, con de bruselas, nabo, rábano,
etc.), tienen las semillas redondas, por lo que ruedan fácilmente.
Por ello, este va a ser un buen método de separación. Después de
trillar los ramos fructíferos secos, separamos los restos grandes
con los dedos. Una vez tenemos un conjunto más fino, pero con restos
más difíciles de separar, las colocamos en una bandeja de plástico,
que sujetamos con una mano, dándole una ligera inclinación. Con los
dedos de la otra mano, damos toques continuados como los que se hacen
al tocar las castañuelas. Veremos como las semillas van rodando poco
a poco hacia la parte más baja de la bandeja, mientras que los
restos no redondos y menos densos se quedan arriba. Es bien fácil.
Para
la elaboración de los semilleros hemos utilizado sustratos antiguos
que tenía en una bolsa, los cuales hemos ligado al 50 % con compost
del que realizamos en enero pasado y que ahora está maduro y listo
para utilizar.
Como
contenedores hemos utilizado tanto pequeñas bandejas de semillero,
como vasitos de yogurt que uno de los asistentes a traído. Para el
macetohuerto yo prefiero utilizar contenedores independientes, ya que
se suele sembrar muy poca cantidad de cada especie y o variedad. Así,
como el tiempo de germinación de las distintas semillas va a ser
distinto, se pueden ir posicionando en zonas soleadas o sombreadas en
función de las necesidades. Si hacemos la siembra de todas las
especies en una bandeja y, por ejemplo, las plantas de coles salen a
los dos días y las de cebollas a los 10, tendremos conflictos para
decidir donde poner la bandeja y es probable que algunas de las
plantas no prosperen, bien por un exceso de sombra que estire las
plántulas o por exceso de sol que deshidrate la superficie del
sustrato de las semillas que aun no han germinado. No obstante, si
prevemos que la germinación de todas las semillas va a ser uniforme
en el tiempo, las bandejas no serán un inconveniente para ello.
Yo, en este sentido, utilizo bandejas de 12 celdas para sembrar 2 celdas de cada una de las 6 variedades de lechuga que suelo poner en mi macetohuerto cada mes, durante la temporada de otoño-invierno-primavera.
El sustrato hay que asentarlo con la mano, pero sin compactar. Asentado para que posteriormente no se hunda y no perdamos volumen para el crecimiento de las raíces. No compactado para evitar problemas de crecimiento de estas.
Para
asegurar una buena germinación, yo recomiendo sembrar tres semillas
en cada celda para, una vez germinadas y con alguna hoja verdadera,
además de los dos cotiledones iniciales, eliminar las 2 más débiles
(Si ponemos solo una semilla, corremos el riesgo de que no germine).
Para ello, con un bolígrafo, hacemos 3 orificios a de 2,5 veces la
profundidad de la semilla que queremos poner (esto es solo una
aproximación), los cuales distribuimos en forma de triangulo.
Una
vez puestas las semillas, para lo cual nos podemos ayudar del
capuchón del bolígrafo si son muy pequeñas, cerramos el orificio
con un poco de sustrato.
Ya
solo queda regar, para lo cual recomiendo hacer dos riegos cruzados
con una regadera que este lo más baja posible y así evitar que las
gotas golpeen la superficie del sustrato con mucha fuerza. Los riegos
los inicio desde el exterior de la bandeja, dejando caer el agua
fuera, para que las celdas más externas se rieguen adecuadamente. Al
hacer dos riegos cruzados mejoramos también la homogeneidad de la
distribución del agua.
Aunque
hoy hemos hecho semilleros, también hemos realizado el trasplante de
las coles (col, lombarda, coliflor, brécol y col de Bruselas) que
puse en semillero, junto con las acelgas, durante los últimos días
de julio, que es una fecha de siembra más idónea para este
macetohuerto.
Es
importante hacer estos trasplantes pronto, para que las plantas se
desarrollen lo más posible antes de la llegada de los fríos
invernales, ya que con las bajas temperaturas, la materia orgánica
de las macetas se descompone con mayor lentitud, ralentizando mucho
el crecimiento. No obstante durante el invierno haremos unos aportes
suplementarios de abonos orgánicos fácilmente asimilables y,
quizás, una fina capa superficial de estiércol de oveja en la
segunda quincena de septiembre, para que se descomponga durante
octubre, que todavía hace buena temperatura.
El
trasplante lo hemos realizado en las 6 jardineras de 110 l que han
albergado la plantación de tomates este verano y que hemos retirado
hace 10 días para que le diera tiempo a las raíces a corromperse un
poco. Así, hemos podido sacar la base de los troncos y remover el
sustrato con más facilidad. Para abonar hemos dispuesto una capa de
1 a 1,5 l de estiércol de oveja que luego hemos ligado con las manos
en los 10 cm superficiales del sustrato.
Por
cada jardinera hemos trasplantado dos plantas de coles, ya que
requieren al menos unos 50 cm de separación, por lo que llegarán a
tener unos 45 l de sustrato por planta. La próxima semana le
asociaremos unas cebollas (si es que encuentro algún plantón de
vivero, que nuestros semilleros están aún pequeños) y sembraré
los primeros rabanitos, aunque para estos últimos es aún temprano.
A ver que pasa. En el borde de las jardineras he dejado las espinacas de malabar que tenía con los tomates, esperando que tengan un nuevo rebrote.
Esta espinaca es muy rústica y se da bien durante todo el año.
Finalmente,
hemos colocado una estructura con varas de bambú sobre la que hemos
puesto una malla antipajaros de 2 x 10 m., que estará colocada
mientras las coles no crezcan demasiado o sea, unos 2 o 3 meses. Con
ella buscamos dos objetivos. Por un lado, evitar que los mirlos
picoteen el sustrato en busca de lombrices, con el incordio que
supondría tener que estar barriendo constantemente el suelo para
devolver a las jardineras el sustrato que sacan. Por otro, impedimos
que la mariposa blanquilla de la col
coloque sus huevos en el envés de las hojas de col, del que
posteriormente eclosionarían hordas de orugas que habría que estar
matando por el método del aplastamiento digital o sea, con el dedo.
Con ello procuramos no tener que aplicar sustancias, aunque sean
naturales.
Y eso es todo por hoy. Nos vemos en la última sesión.
Pablo José González Provost
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